7/15/07

APOLOGIA DEL ARBOL



Ing. Francisco Javier Ruiz Valenzuela


La máxima de: escribe un libro, cría a un hijo y planta un árbol, se refuerza hoy en día en la búsqueda de la plenitud personal de la conciencia, en donde la ecología y la naturaleza, se pliegan noblemente a la búsqueda por multiplicar el adagio y que todas las personas recuerden que el hombre y el árbol, tienen y han tenido muchas cosas en común, brindando al desarrollo sus mejores suertes. Cual cómplices de secretos al grabarse mutuamente en la memoria los frutos compartidos y abonando al cuidado, preservación y auxilio de nuestro destino común, el cual es necesario acelerar con fuerza para dotar del verde que caracteriza a la vida y sus ropajes.

Requerimos de más personas que adquieran el compromiso puro por enaltecer su alma y que su conciencia brinde abono fiel a la esperanza, con el serio compromiso por cuidar del amigo que convierte sin descanso, los venenos que en el aire se pasean, para devolverlos como respiros de vida a cada día, ya que el árbol siempre tendrá su trabajo en horas extras, cuando nuestras labores se den por agotadas y no exista otra salida que cambiar su sangre y sabía, por los destinos que nos tiene reservados.

¿Cuantos árboles se necesitan? los mismos que ocupemos por seguir viviendo a diario y respirar por las mañanas de sus cantos y trinos refrescantes, que invitan a desenredar recuerdos infantiles y a los niños, grabarse en ellos con sus risas y memorias. Nunca serán muchos para robar nuestros angustiados pensamientos por el cambio climático y nunca serán tantos que no podamos cuidar de ellos, en su noble labor sin compromiso de brindarnos sombra, cobijo y frutos.

A diario, hay quienes ven a los árboles como el enemigo a vencer, para lucrar con ellos y remediar su parásita ambición de desarrollo, a costa de privar y privarle de pulmones al planeta, se miran ajenos al problema al gastarse lo que no les pertenece y hacer de la vida de los bosques y sus árboles, la forma abusiva de sobrevivencia y no darse cuenta que son los árboles los que nos mantienen viviendo de prestado, por osar depender de sus alientos.

Otros que por falta de ingenio y humildad, miran al árbol como estorbo en sus patios, aceras y caminos, ya que para ellos, en sus proyectos y espacios no caben juntos, como si el árbol no mereciera el lugar que ocupa y no cupiera en la modernidad y el progreso. Estúpida ignorancia y estulticia. Existen lugares en el mundo donde el plantar un árbol representa historias personales directas, cuando llega un nuevo ser se hacen presente o cuando cumple alguien con el ciclo de la vida y con su abono, se convierte en vida una vez mas.

Reconciliemos nuestras ansias de perpetuidad y no solo plantemos más árboles, también hay que cuidarlos al igual de aquellos que ya nos han brindado su trabajo de purificar el aire y veamos que con el tiempo, nosotros seremos los que mas ganamos al compartir con ellos otro destino, que ya nos esta tocando la puerta.

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